viernes, 1 de julio de 2011

Un conserje zarandea a Sarkozy

El agresor quería protestar por la intervención de Francia en Libia

Nicolas Sarkozy fue ayer víctima de una agresión cuando saludaba y departía con el público en Brax, en el sur de Francia. Un hombre lo agarró con violencia por la solapa de la chaqueta, le hizo perder el equilibrio y a punto estuvo de tirarlo al suelo. Cuatro agentes de seguridad inmovilizaron de inmediato en el suelo al agresor, mientras los guardaespaldas rodeaban al presidente de la República.

Aunque Sarkozy ha decidido no presentar denuncia, Herman Fuster continuaba anoche encerrado en la comisaría. Se trata del conserje del conservatorio municipal de Agen, localidad vecina, y al parecer pretendía con su gesto protestar por la intervención armada de Francia en Libia.

Nada explica con claridad por qué este hombre, a quien sus compañeros definen como discreto, simpático y tranquilo, agarró con violencia al presidente francés. Fuster cuenta con el aprecio general y algunos de sus próximos han contado que hace unos meses pasó por una fuerte depresión nerviosa que lo llevó a una tentativa de suicidio.

El alcalde centrista de Brax, Michel Bernines, aseguró que Fuster apareció como «manifiestamente violento» y aparentemente «iba a darle un puñetazo» cuando lo redujeron los agentes de seguridad. La policía tampoco ha aclarado si se encontraba bajo los efectos de las drogas o del alcohol.

A pesar del susto, Nicolas Sarkozy siguió estrechando manos hasta incorporarse a la asamblea de cargos locales del departamento de Lot-et-Garone, en la región de Aquitania, no lejos de los Pirineos. En las imágenes captadas por la televisión se aprecia claramente la mirada de reprobación que el presidente dirige a su agresor, pero sin hacer comentario alguno que pudiera recordar aquel «case toi pauvre con» (lárgate, pobre gilipollas) que dirigó a un detractor al principio de su mandato.

La agresión puede costarle a Herman Fuster hasta tres años de cárcel y una multa de 45.000 euros por un delito agravado por la condición de jefe de Estado de la víctima. La pena puede aumentar si se demuestra que hubo premeditación.

En el 2002, Jacques Chirac, anterior presidente, fue objeto de un intento de atentado. Un militante de extrema derecha le disparó sin alcanzarlo con una escopeta de balines mientras presidía el desfile militar del 14 de julio.


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